El milagro de Empel. Autor: Ferrer Dalmau, Augusto. Óleo, 58 x 75 cm.
El milagro de Empel.
El cuadro representa el momento en que los soldados españoles rompen el cerco holandés que les mantiene retenidos en la isla Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, gracias al milagro obtenido por la intercesión de la Inmaculada Concepción, durante la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648).
Cuenta la tradición que los Tercios del maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla se encontraban en una situación desesperada: el jefe enemigo, el almirante Holak, ante la negativa de los infantes españoles a la rendición, mandó abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español. Están empapados y sin víveres. Cuando los ánimos decaían, Bobadilla enviaba mensajeros para exaltar a los soldados. Los días pasaron, faltaron los víveres y prosiguieron los ataques. La resistencia se hizo cada vez más dura y difícil. Los socorros enviados por Mansfeld y Águila fueron repelidos. Al quinto día todo parecía perdido. El frio y la falta de vituallas hacían imposible la victoria, y la llegada de la lluvia amenazaba con inundar del todo las posiciones españolas. «De suerte que nada esperaban de mas cerca los enemigos que la entrega de unos hombres que tenían ya las almas en los labios para entregarlas a la muerte».
El maestre dio orden de cavar una trinchera y es así como la pala de un soldado topa con una tabla de madera. Se trata de una tabla flamenca que representa a la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocan la imagen en un improvisado altar y el maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, insta a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada. Se cuenta que un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche, helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del 8 de diciembre de 1585 y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro». Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles en Flandes e Italia.
Los tercios obtuvieron el triunfo y la imagen de la Virgen se veneró en toda España. Cuando los hombres de Bobadilla llegaron a Bolduque, tres días después del suceso, fueron agasajados por la población local, que les entregó comida y ropa. El hecho quedó plasmado en el imaginario colectivo de Flandes, hasta la actualidad. Fue una de las victorias más reconocidas.